(POR AGENCIA LA BARRIADA)
Cada año nuevas muertes de personas jóvenes que habitan en las periferias de la ciudad se suman a las estadísticas judiciales y se convierten en relatos de los medios de comunicación, nada sorprende y la muerte se naturaliza. Pero ¿qué ocasiona las muertes en nuestros barrios populares?
El elemento central de esas violencias es la disputa entre grupos de vendedores de drogas, pero el rol central es de la Policía Bonaerense que «libera» las zonas habilitando la venta y «recauda» para su propio autofinanciamiento, con una clara responsabilidad del jefe distrital, Edgardo Perdiguero, y sus comisarios.
Alguien podría preguntarse de dónde surge esa responsabilidad, basta mirar cuántas investigaciones de drogas se inician en cada comisaría y la respuesta es casi ninguna, el ejemplo más claro es que durante el 2024 la Comisaría 4ta «no inició ninguna investigación por drogas».
También queda claro que en investigaciones documentadas llamativamente al allanar se encuentra que desaparecieron los vendedores y las drogas, esos mismos vendedores que los comisarios no ven.
El jueves al caer la tarde en el barrio 12 de Julio una banda tiroteó a otra que vendía drogas cayendo muerto un joven que sería un ocasional comprador. La jurisdicción de la comisaría segunda está inundada de vendedores, mientras el comisario Páez finge demencia.
La gente está indignada y comenzó a destruir los patrulleros al grito de «ustedes la cobran». Las familias del barrio no están equivocadas, la bonaerense regula quién vende, la cobra y terceriza la violencia para que «se maten entre pibes».
¿Qué dice a todo esto el gobierno municipal? Nada ¿Cuántos pibes deben morir para que le exijan al gobernador Kiciloff que desplace a los recaudadores y se garantice la seguridad de la población?
Decenas de pibes muertos, miles de jóvenes envenenados por las drogas, jefes policiales que no pueden explicar de qué viven mientras muchos policías viven en la pobreza, la situación es una bomba de tiempo, solo falta saber cuándo estallará.