(Por Mario Carrera)
Expresa la idea de que es mejor guardar silencio en determinadas ocasiones para evitar decir algo inconveniente o inoportuno. Todos escondidos detrás de los candidatos presidenciales, callados, peleando entre sí, implorando, rogando por fiscales que les cuiden las boletas, porque lo único que interesa es llegar, llegar a concejal, tener un sueldo, una chapa patente y ahí dormir tranquilos la siesta, mientras el pueblo, los vecinos, comerciantes, empresarios, profesionales, desocupados y todo aquel ser viviente que habite Florencio Varela la tiene que remar día a día para sobrevivir.
Se chicanean y se difaman entre sí, hacen denuncias continuas sobre sus adversarios, tienen una activísima presencia en las redes sociales en las que incluyen selfies y tratan de mostrarse habilidosos en actividades ociosas y zalameros con sus posibles votantes. De gestión, poco y nada. Y qué se sepa, el oficio de ser político consiste en resolver los problemas del municipio y sus habitantes, pero eso si, callados la boca haber si de carambola llegamos.
Difamamos la administración actual, le hacemos ver al vecino lo mal que vivimos para que se enoje bien y por ahí nos vota, le contamos como simples vecinos como están las calles, la seguridad y todo virus que por ahí se perdió o lo peor de todo los engañamos diciéndoles que con ellos van a tener libertad o tener un cambio, pero en realidad no tienen ni idea de cómo hacerlo y en muchos casos no tienen la intención de hacerlo ya que llegaron a ser candidatos por arreglos, pactos preexistentes, promesas de puestos nacionales o plata tal vez, que les permitieron ocupar esos primeros puestos, pero de gestión bien gracias, para ellos lo mejor hoy es en boca cerrada no entran moscas.