Por Lalo Mollar- Periodista
Los funcionarios y/o legisladores negocian con sindicalistas afines sus salarios y se reparten los «beneficios» (en el sector estatal).
Los empresarios negocian paritarias con sindicalistas y también acuerdan condiciones laborales y salariales y la cometa o prerrogativas de los corruptos gremialistas (en el ámbito privado).
Hay sectores como los encargados de edificios, donde el propio sindicato crea una pseudo representación de propietarios para «negociar» sus haberes, y el Estado luego homologa todo.
Otros, como los taxistas, le avisan a los gobiernos (en especial al de la Ciudad de BA) cuándo y cuánto tienen que aumentar las tarifas. Y los gobernantes acatan para que no les bloqueen las calles en una protesta. Es más, los sindicalistas de taxis son dueños de grandes empresas de taxis, así que ellos mismos son la patronal y representantes de los «peones» (re fácil).
Las empresas de transporte de pasajeros les piden a los sindicatos de sus empleados que amenacen con alguna huelga para poder presionar al gobierno de turno y obtener aumentos de tarifas, subsidios directos o indirectos o todo a la vez (incluso indultos o conmutaciones por el cúmulo de multas del tránsito).
PERO LOS JUBILADOS… ¡Ay, los pobres jubilados! Parafraseando a Perón, digamos que «para ellos, ni justicia». Por ejemplo, ahora les van a dar un 12% para cubrir casi un 100% de inflación pasada.
PROPONGO: ¿Por qué no paritarias para los jubilados?
¿Por qué no atar los ajustes al salario de los pasivos con los aumentos de los trabajadores de Anses, Afip y Rentas de cada provincia (que son los entes recaudadores estatales). O incrementar según el índice de mejora de la recaudación fiscal (¿acaso no es el mismo fisco el que se ha venido robando la plata de los jubilados?).
Y que los representantes paritarios de jubilados y pensionados se elijan en elecciones nacional y provinciales, según el padrón y las normas electorales comunes y habituales. Sin primacías de politontos, sindichorros, disfuncionarios, asesoretes ni ná de ná, Auténticos representantes de los viejos, elegidos por el padrón de incontinentes urinarios y dementes seniles, versus los soberbios pedantes que el poder político quiera ponerles enfrente.
Y mientras se realicen las paritarias (con sánguches de milanesa, bizcochitos de grasa, mate, café, infusiones, puré para los desdentados y pañales a disposición), cientos de miles de hambrientos sexa, septa, octo y nonogenarios, a las afueras, haciendo el aguante, cada cual con su cacerola ruidosa o su cuchillo entre los dientes (el que pueda, y el que no, con la dentadura postiza en una mano y la cuchilla de asador en la otra).
Y DESPUÉS, QUISIERA VER, dijo un ciego.
