Y fui a Paraguay. Con dos de mis cuatro hijos. Tengo tres mujeres y un varón. Dos de ellas me salieron gallinas y está bien. Pero la más chica, es la más fanática. Todo por Racing. Su vida es Racing. Fue todo un planteo previo, cuando pasamos a la final de la Copa Sudamericana Conmebol 2024 a disputarse el sábado 23 en Asunción, República de Paraguay.
«Pa’, no podes decir que yo tengo tiempo en mi vida para verlo Campeón a Racing. El que no tiene tiempo sos vos. Es hoy, es ahora, vamos a Asunción. Como sea. Manejo yo todo el viaje, si es necesario, pero tenemos que ir. Dale Pa’…»
Agustina (21) y Leo (42) habrían de conducir desde las 15hs del viernes 22 de noviembre con rumbo a Asunción. Llegamos a las 6 hs del sábado 23 a Clorinda, Formosa, límite con Asunción. El partido comenzaba a las 17 horas, en el estadio La Nueva Olla, del barrio obrero.
El viaje salió como lo habíamos planeado. Con las entradas adquiridas, como debía ser. El orgullo del padre con sus hijos, en una final internacional, no tiene precio. El trámite en la Frontera debía ser eso: sólo un trámite, pues había poco movimiento a la hora de nuestra llegada. Se esperaba para las 10 am a miles de argentinos, de los 40863 hinchas de los dos clubes, según Migraciones de Paraguay, que llegaron a las fronteras.
La hospitalidad que tiene el pueblo de Paraguay para con los argentinos, no tiene palabras. Tras cruzar la frontera llegamos a la casa de dos docentes, hermanas ellas: Liz y Teresa, amigas de una familia varelense. Nos brindaron su hospitalidad en un día donde la sensación térmica trepaba a los 40 grados. Allí dejamos en un garaje nuestro vehículo, en la zona de Luque. A pocas cuadras del Club Deportivo Luqueño. Viajamos en UBER hasta La Nueva Olla, el estadio de Cerro Porteño, donde Racing y Cruzeiro de Brasil se enfrentarían por la Copa Sudamericana Conmebol 2024.
El calor era insoportable. 40 grados de sensación térmica. En el camino al estadio los paraguayos salían a la puerta de sus casas con mangueras y refrescaban a los racinguistas sofocados. «Gracias amigos, muchas gracias». Solo se escuchaban agradecimientos ante la noble actitud. Gente de todas las edades: Abuelos con sus hijos y nietos, hinchas en sillas de ruedas, con muletas, con yesos en sus piernas. Ahí estaban cantando y bailando, el hit del momento, al rayo del sol, para matizar la espera en la apertura del estadio: «Llegó la banda de la Acade/ reloco yo te vengo a ver /acá no importa el resultadoooo /yo te sigo a todos lados /decontroladoooo/ te vino a alentar/ La Guardia Imperial…»
Argentinos de distintas provincias del país. Con sus camisetas de todos los tiempos y modelo. El pueblo celeste y blanco en las calles de Asunción. Todos con una única ilusión: ser Campeón 2024.
El estadio abrió a las 13 hs. Había que esperar el final del partido previsto para las 19. Más de 6 horas en una tribuna popular, a la sombra pero sin brizas que alivie en algo la alta temperatura. El agua cotizaba en la tribuna a unos $ 15.000 Guaraníes, unos $2500.
El premio llegaría a las 19.01 con el gol de Roger Martínez: el abrazo, la emoción y las lágrimas contenidas frente a los hijos por la anhelada conquista, no se paga con nada. Es sublime y sencillamente hermoso. Y así como Guillermo Franchella predica su máxima por la pasión del hincha en «El Secreto de Sus Ojos», yo creo que el Militante más fiel, es el hincha del fútbol. Deja todo por los colores. Viaja donde sea, lo gasta de su bolsillo y sin pedir nada a cambio. Había que ir y fuimos por los colores.
Mario Lettiere