Sitio de encuentro, de actividades; momentos de pensamientos o auto-descubrimiento; frases y gestos de contención en una institución emblemática que celebró su 40º aniversario el 8 de diciembre.
El intendente Andrés Watson, residentes, equipo de atención y familias festejaron tanto la labor social como la importancia de brindar un ámbito acorde a la ciudadanía en una etapa específica de la vida, en el establecimiento situado en La Colorada Este.
Luego de una presentación de la Orquesta de Arpas municipal y un video que compilaba en imágenes algunas situaciones destacadas, el Mandatario Comunal agradeció «a quienes materializaron tanto el inicio como el funcionamiento de este espacio indispensable».
Instó a «cuidar el hogar, el amor y el compromiso manifiesto, respaldar los valores, la responsabilidad y el respeto por nuestros adultos mayores». Remarcó «el buen trato dentro de una comunidad organizada, en defensa no solo de los derechos sino de la equidad».
La secretaria de Desarrollo Social, Laura Vivas, evocó a los responsables de impulsar el proyecto. «Una vez, soñaron que algo así era posible en Florencio Varela», expresó. Tras cuatro décadas, reflexionó sobre una entidad «conformada con seres de calidez inmensa». Subrayó el quehacer del plantel trabajador con una «gran dedicación los 365 días del año».
El diputado nacional, Julio Pereyra, envió su mensaje donde describía «la dignidad, el bienestar» otorgado a las y los habitantes en el inmueble. Enalteció «priorizarlo siempre, fortalecerlo, protegerlo ante las dificultades del país».
De 1983 a la actualidad
Al reconstruir su génesis, la actual presidenta de la Asociación Amigos de la Ancianidad -Silvia Ruffo- recordó los diferentes sectores involucrados en la creación del lugar, como la organización a su cargo.
«El Municipio donó las tierras. Solos no podían hacerlo», rememoró. La mujer vislumbró en los últimos años la oportunidad de «iniciar una fase mucho más bonita, dio gusto concurrir, la gente manifestó su alegría. Nos trasformamos en parte de esta familia».
Antes del mediodía, llegó Hilario a la sala común. «Uno de los más nuevos», lo describían. Llevaba una llamativa gorra roja y eligió una silla en la hilera final para espectadores. Ponderó «la amabilidad en los vínculos cotidianos, excelentes compañeros y compañeras».
«Estaba en situación de calle», contó sobre su pasado y lo contrapuso a un presente que lo encontró ocupado. «Acá, empecé jardinería, mi actividad preferida», comentó risueño.
Entre la audiencia, Aníbal esperaba el comienzo de la ceremonia. Un correntino que viajó rumbo al límite de Bosques y Zeballos para radicarse. Conoció las instalaciones en 2020, en plena pandemia.
«Descubrí grandes profesionales. A pesar de mi ceguera, mis problemas de movilidad, estar acá me hizo muy bien», afirmó. «La adecuada alimentación, la higiene, los pasatiempos que nos ayudaron a ahuyentar malas sensaciones, escucharon nuestras preferencias», especificó.
La reciente dinámica en su rutina contrastó el contexto epidemiológico. «Me quedaba en casa cuando salían a trabajar. Sentía que molestaba y me afectaba anímicamente. Por eso, decidí venir. Probé un tiempo hasta que estuve seguro», concluyó.
El cierre fue emotivo. La profesora de música junto a los hospedados, las hospedadas y el conjunto de cuerdas entonaron el himno que compusieron. Una letra escrita con palabras que pronunció cada protagonista, una melodía dulce, un significado único para las y los autores.
Estuvo presente la directora nacional de Intervención Directa y Ayudas Urgentes, Adriana Alonso, funcionarios y funcionarias, entre otros.
