Los diputados nacionales ya perciben casi dos millones de pesos en mano según el último recibo de sueldo.
La resolución firmada por los titulares de ambas cámaras, Martín Menem y Victoria Villarruel, despertó una cadena de indignación y reproches en redes sociales que obligaron al oficialismo a volver sobre sus pasos y repensar la medida (presentarán un proyecto de ley para retrotraer los incrementos).
En febrero, el último mes liquidado, el sueldo en mano de los diputados nacionales fue de 1.984.770,96 pesos, y de aplicarse un nuevo aumento del orden del 30% quedaría en 2.580.202,24 pesos.
A esto hay que agregarle el plus por desarraigo que perciben los diputados y senadores que no representan a la Ciudad de Buenos Aires, ni a municipios cercanos del AMBA, sumado los pasajes de avión y ómnibus, y los gastos de representación.
La determinación de los montos de las dietas de diputados y senadores nacionales está desde hace mucho tiempo atado a la paritaria del gremio de APL, pero por desconocimiento de esta regla Menem y Villarruel anunciaron un aumento cuando no había necesidad, dada la automaticidad de los ajustes. Los jefes de ambas cámaras se metieron en un embrollo evitable del cual ahora están intentando salir con el menor costo político posible.
El asunto sobre el valor de la remuneración de un representante parlamentario en el Congreso nacional es complejo y habilita lecturas distintas, según el enfoque con que se lo juzgue.
Naturalmente, un sueldo que orilla los dos millones de pesos mensuales está alejado de la realidad que vive cotidianamente la mayoría de los ciudadanos de a pie. Pero no es menos cierto que si se lo compara con las remuneraciones de ministros del Gabinete, de jueces de la Corte, o de simples directores de organismos públicos, hay un notorio retraso de los haberes legislativos.
Cada ajuste de las dietas de legisladores nacionales suscita sensibilidades y agita controversias en la opinión público como no sucede con los miembros del Poder Ejecutivo, y mucho menos con el Poder Judicial. Esto lleva al corazón del debate, que tiene que ver con la sistemática horadación pública del trabajo de diputados y senadores nacionales, y el desprestigio del Congreso de la Nación, siendo que la responsabilidad institucional de sus representantes es mayúscula y equiparable a la de los otros poderes del Estado.
MILEI ENOJADO
El presidente Javier Milei recibió con malestar el aumento del 30 por ciento de las dietas para todos los diputados y senadores nacionales que se autoaplicaron y reclamó a los titulares de ambas cámaras, Victoria Villarrtuel y Martín Menem, que reviertan la medida en medio de la política de austeridad y «motosierra» contra «la casta» que el libertario levanta como bandera.
Así se dejó trascender en los pasillos de la Casa Rosada este jueves y el propio mandatario dedicó una buena cantidad de retuits a mensajes que daban cuenta de su enojo por el aumento de los legisladores.
«Cuando el presidente Milei se enteró que iba a haber un aumento de salarios legislativos, le ordenó a las autoridades del Congreso que den marcha atrás con el aumento a diputados y senadores», fue un mensaje en la red social publicado por La Derecha Diario, que fue replicado por el mandatario. E hizo lo propio con otra gran cantidad de mensajes que daban cuenta de los mismo.
La suba de las dietas, que oscilaban los 2 millones de pesos y pasaban ahora a 2,6 millones, generó fuerte polémica, sobre todo por lo contrario que queda frente a la postura del Gobierno acerca de que «la casta» debería pagar los costos del gasto público, en momentos en que los salarios de los trabajadores y jubilados quedaron licuados ante la fuerte inflación.
Tras expresar su enojo, se le explicó al mandatario que el aumento se trataba de una norma que existe desde 2011, y que automatiza los aumentos, mientras que ya se puso en marcha la estrategia para revertirlo.
Fuente: NA