Este refrán popular recomienda desconfiar de las apariencias, porque a veces todo lo que parece bueno o valioso exteriormente en realidad no lo es, nos invita a mirar más allá de lo superficial y valorar su esencia.
Nos deja como enseñanza que no debemos guiarnos por las apariencias, ni creer en todo lo que nos digan. Que no es malo perseguir un objeto o una persona que brilla, lo importante es asegurarnos de estar persiguiendo o votando el que realmente necesitamos y no el que creemos que es brillante, solo porque otros lo están siguiendo, creer que pueden gobernar Florencio Varela sólo por repartir panfletos, pasear con vehículos ploteados, juntar fiscales para las elecciones, o por enardecer a los jóvenes al grito de la Libertad.
En realidad nadie los eligió para estar en ese lugar de candidatos, todos puestos a dedo, traiciones, mentiras o tal vez el dinero les haya facilitado su llegada dejando de lado a todos sin importar pensamiento, trabajo o ideología, el fin es llegar cueste lo que cueste.
Tenemos que repensar nuestro voto en Varela, no sólo es votar en contra, con odio, con ganas de revancha, que votemos gente sin experiencia ni preparación para desempeñar cargos ejecutivos, ni preparados para liderar grupos humanos, gente que lo único que aspira es al poder propio, sin importarles el día después.
Gente que no se muestra, que solo va detrás de un líder. Nuestro voto debe garantizar que el día después de las elecciones, Varela va a estar en paz y organizado, y no sumido en un descontrol. Es fundamental que antes de votar nos demos cuenta que no todo lo que brilla es oro. M.C